RECITAL TELEMÁTICO 29 DE ABRIL DE 2020: PRESENTACIÓN DEL POEMARIO "EN APARIENCIA EL BOSQUE" DE ANA MARTÍNEZ MONGAY.


Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza, ha ejercido como profesora de Lengua castellana y Literatura. En la actualidad es Inspectora de EducacióN

Hasta la fecha, tiene dos poemarios publicados, ambos con la editorial Los Libros del Gato Negro: De la levedad (2015) y En apariencia el bosque (2019). Este último es una búsqueda formal del yo poético y de la claridad en la expresión. La obra se estructura en dos partes diferenciadas: “Camuflaje estival” y “Cuaderno de Tuxtla”. En la primera de ellas, más intimista, el tema central es la reflexión sobre las apariencias, lo que se oculta detrás de las acciones y de las palabras. Se trata de rescatar la esencia a través de la escritura. En la segunda parte, el mismo propósito se materializa en un viaje por el estado de Chiapas (México), a través de distintos escenarios y situaciones. Aquí la palabra poética se encuentra libre; transita en la luz de lo cotidiano, de lo vivido. 


CAMUFLAJE ESTIVAL

Mi gata en la terraza,
como en una trinchera,
vigila atentamente 
los bichos. 
         Falta el casco,
y la mala intención
que tienen los humanos. 

EL BOSQUE PIXELADO

Pareciera una mancha
cual extensión sin bordes,
ni principio ni fin.

Si estuviera más cerca
quizá viera dos puntos
camuflados en verde. 

Sin embargo, no puede.
El protocolo dice:
no se debe cambiar
la ruta ni la altura.

Así que poco puede
ver antes de que el mapa
sea el territorio
y caigan 
muchas 
bombas.


MAÑANA DE AGOSTO SIN ANESTESIA


Una dentista bucea en la boca
de una paciente mientras en la calle
nada acontece digno de mención.

En cambio, en la consulta, la luz
cenital se asemeja a un ovni presto
a despegar con las fauces abiertas. 

LA NIÑA DEL PERRITO

La niña apresura 
el paso;
sus pies tamborilean 
en el asfalto
por causa del peso
de un famélico perro
en sus bracitos de alambre.

Acaso el perrito
la llevara a ella.
EL NIÑO POETA
Agarra el lápiz raído
con sus dedos 
y garabatea
un poema que recuerda a otro
que leyó un día.

El niño poeta ya no es niño
aunque lo parezca, 
ya asoma
la sombra por sus mejillas,
ya le espera incipiente 
una promesa 
y cree que escribe
para ella.

El niño quiere ser poeta
y deshace el papel, rayo
al sol, igual que deshila
sus alpargatas
a la sombra de la mugre.

Mugre poética, tierna mugre.


NO ME ROBES EL ALMA


No me robes el alma, 
no lo hagas.
Sé que no te importa 
que está científicamente
demostrado,
pero cada vez que lo intentas
siento que mis sueños
se quedan encerrados
lejos.

No me robes mi alma,
porque solo tengo una
pobre 
y es mucho
para estos tiempos.
Tampoco la necesitas,
tú ya tienes la tuya

¿o no?



Isabel Hualde - Sin título (Leído por Isabel Hualde)

Hay mil maneras de matar
el corazón de un pájaro
apresar su discurso
entre celosías y rejas.

Hay varios ángulos
para observarlo
medir distancias 
trazar un signo
anotar la hora
en la que expira.

Después puedes
echar persianas
analizar su sangre
todavía caliente
recoger sus plumas
diseñar un ala
un pálpito un nido
o una ciudad

antes de posar ante la cámara
y declararte inocente. 



REBECA LEÓN Nimbo (Leído por Rebeca León)

Nimbo

Ha caído una estrella al lago dormido
y todo se altera
el tiempo se detiene
se oye el canto del nimbo.
Júpiter descubre a Venus en la orilla con Saturno.
Se unen las almas de Sócrates y Platón
alcanzando el infinito
encontrando la duda
que responde marchista
con aire arrogante
—siento el puñal del humano
ser insignificante
polvo lunar sin gravedad
sueño inconcluso del mañana.



EXISTENCIA - Alfredo Pereg


Como jardín engalanado
con espléndidos rosales
cercados por su aroma;

como el rosal que va perdiendo,
al herirnos,
una a una sus rosas;
como la rosa
que ve despeinarse pausadamente
su corola y su hermosura;
como los pétalos
que, desgranados sobre nuestros cuerpos,
se miran ensimismados;
así se deslizan nuestras vidas,
así avanza nuestra existencia.




¿QUÉ FUE DE CHARLES SWEENEY? - Koldo Pla

Tan solo observador en Hiroshima,
luego actor principal en Nagasaki
- hay nubes en Kokura, permutemos el blanco-.
Otro punto, precisas coordenadas,
tan solo cumplir órdenes, no precisa saber,
pulsa el botón, arroja la Fat Man 
-otra vez el hongo ascendente-,
reposta en Okinawa.

¿Se enteró de las treinta y cinco mil
víctimas inmediatas?
¿de las sesenta mil a posteriori?
¿Supo de casas, nombres, colegios, hospitales?

Quizás volvió de nuevo a la ciudad
en misiones secretas.

Quizás se recluyó para siempre y revive,
en circuito cerrado, aquella azaña.
Acaso regresó como turista,
a visitar el Parque de la Paz
y rezó una oración ante la estatua
de Seibo Kitamura.

Retornó a Massachusetts, extravió la memoria,
construyó bombarderos de papel,
lanzaba bombas fétidas en la plaza mayor.

No regresó, intimó con una joven
del centro cultural de Nagasaki,
tuvieron una niña; padeció
malformación genética.

Falleció en el Stockcar, se agotó el combustible
sin llegar a Okinawa. Ocultaron el dato,
era un agravio en su hoja de servicios.

Lo recibió la turba como un héroe.
Le hicieron en el National Museum,
la foto con su avión y aquella réplica
de la Fat Man; debajo, este cartel:
“Este avión puso fin a la Guerra Mundial”.

Murió a los 36, a los 90,
administró un taller de bicicletas,
una tienda de chuches, un café,
un criadero de ranas.

Es célebre, glorioso,
es ignorado,
un santo…,  belcebú.




NORMALIDAD - Arantxa Murugarren 

Guardo un sinfín de abrazos en los bolsillos
y un montón de besos entre mis labios,
esperan con paciencia el momento de ser libres.
La lluvia yace en los jardines
y un silencio con demasiadas palabras
planea sobre el filo de una melancolía sorda.
Guardo una despedida
en la maleta de los viajes sin retorno,
en la imposible necesidad de decir adiós.
Se enredan las cenizas en el viento,
y en las calles, unos pasos invisibles
se acercan a la soledad de los parques.
Mañana (la vida piensa en futuro),
todo volverá a la normalidad
Me pregunto cuándo es mañana,
qué es normalidad.
Y las respuestas, al igual que las cenizas,
se deshacen en el aire.



ITSAS-HAIZEA (Matxalen Bezos Arketa)
Itsasoaren negar anpuluak
botatzen ditut faltan,
korrontearen bortizkeri latza,
zeruaren argi-itzalen distira,
Rompeolas-eko haize boladen desorekak
sortzen duen zarata,
koloretako itsasontzi geldien
ufadak, arnasa, bizia…




YO NO SOY TÚ (Esther Fernández)

Yo no soy tú.
Es complicado ser yo
cuando me vivo separada.
Por eso escribo;
para que las palabras
salten de continente
y viajen a los rincones
ardientes de la piel
del mundo,
que es piel como la mía.
Pongo palabras
a los nudos desterrados
de la tarde,
donde soy sólo un soplo
que se lanza,
sin saberse infinito,
hasta el lóbulo
más sensible
del planeta.
(La Rochelle, abril 2019)




Si te digo que hay mañana...
Hoy el silencio del invierno ha sido confinado
Las hayas charlan en corros y una de ellas,
poeta, susurra que este año una de las
dos primaveras ha nacido muerta y en el
mundo artificial la dejan enmohecerse
repartida en miles de oscuros ataúdes,
escaparates, muertos también.
Mientras
el bosque entero es una fiesta de destellos
se inaugura la nueva pasarela de moda
las hayas del bosque estiradas desfilan
con su colección de nuevos verdes
traída por la firma primavera natural.
Verdes anhelo, verdes certeza,
verdes pasión, verdes de luz que
cascabelean con sus alegres
brotes columpiados por danzarines
trinos.
Cantan al leñador que las quebrado
las más ancianas ya no están,
en sus funerales, solas, las chimeneas
cantan con ellas.
El bosque entero es un concierto
de colores en el que la vida brota
imparable y acariciándolo todo
con sus verdes notas un inmemorial
coro  desentierra la sinfonía de la
vida que ya hemos oxidado.
Y tenaces nos observan, nos esperan
y nos invitan a volver a casa.
RubenVi                22 de abril de 2020



NOCTURNO A ROSARIO, de Manuel Acuña (leído por Paty Mitre)


I


¡Pues bien! yo necesito
decirte que te adoro
decirte que te quiero
con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro,
que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto
al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre
de mi última ilusión.


II


Yo quiero que tu sepas
que ya hace muchos días
estoy enfermo y pálido
de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas
las esperanzas mías,
que están mis noches negras,
tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde
se alzaba el porvenir.


III


De noche, cuando pongo
mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero
mi espíritu volver,
camino mucho, mucho,
y al fin de la jornada
las formas de mi madre
se pierden en la nada
y tú de nuevo vuelves
en mi alma a aparecer.


IV


Comprendo que tus besos
jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos
no me he de ver jamás,
y te amo y en mis locos
y ardientes desvaríos
bendigo tus desdenes,
adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos
te quiero mucho más.


V


A veces pienso en darte
mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos
y hundirte en mi pasión
más si es en vano todo
y el alma no te olvida,
¿Qué quieres tú que yo haga,
pedazo de mi vida?
¿Qué quieres tú que yo haga
con este corazón?


VI


Y luego que ya estaba
concluído tu santuario,
tu lámpara encendida,
tu velo en el altar;
el sol de la mañana
detrás del campanario,
chispeando las antorchas,
humeando el incensario,
y abierta allá a lo lejos
la puerta del hogar...


VII


¡Qué hermoso hubiera sido
vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre
y amándonos los dos;
tú siempre enamorada,
yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma,
los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros
mi madre como un Dios!


VIII


¡Figúrate qué hermosas
las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje
por una tierra así!
Y yo soñaba en eso,
mi santa prometida;
y al delirar en ello
con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno
por tí, no mas por ti.


¡Bien sabe Dios que ese era
mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza,
mi dicha y mi placer;
bien sabe Dios que en nada
cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho
bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos
cuando me vio nacer!


IX


Esa era mi esperanza...
mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo
que existe entre los dos,
¡Adiós por la vez última,
amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas,
la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,

mi juventud, adiós!




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