RECITAL TELEMÁTICO 13 DE MAYO DE 2020: PRESENTACIÓN DE "LA SOMBRA" DE YOLANDA ALMEIDA.



Yolanda Almeida nos presentó su libro La sombra, obra de teatro de género negro, como sus tres novelas anteriores: Asesinato en la Bahía (2015), Habitación 254 (2018) y La cuarentona (2019).  Acompañada del escritor y poeta con sombrero, Per Gaztelu, ambos nos leyeron el comienzo de la obra en el que el protagonista confiesa a su psicóloga que cree que ha cometido un homicidio. A partir de ahí, se inicia una investigación que no es sino un camino de búsqueda hacia la luz, partiendo de las sombras que a todos nos envuelven. 
Yolanda se manifestó como una escritora versátil que también es poeta.  
La sombra está publicada en editorial Letrame.



BALDOMERA

Cuando Baldomera representaba su propia muerte,
los niños le cantábamos:
"Baldomera, Baldomera,
se te ve la faltriquera.
Baldomera, Baldomera,
se te ve la faltriquera".
Ella abría las puertas de su casa,
arrastraba un colchón por el suelo
y lo ponía en el centro de la habitación
con dos velas, una a cada lado.
Vestida de blanco,
llevaba una guirnalda de flores de papel,
un rosario entre las manos
y se tumbaba en el colchón
a esperar.
Su cara estaba pálida.
"No, no está enferma", decía mi madre.
"Es polvo de arroz".
"Se te ve la faltriquera,
se te ve la faltriquera",
Cantábamos.
Catábamos hasta que se levantaba
y nos perseguía
corriendo por las calles.
Algunas veces perdía su guirnalda.
y los pétalos de papel salían volando.
Éramos jóvenes, ella no.
Corríamos más y escapábamos.
"Un día...un día os atraparé", decía.
Y ahora sé que no importa
lo veloz o lo joven que uno sea.
Un día me atrapará
como un perro que te muerde el tobillo
y no lo suelta.


Mariano Zaro, Decoding Sparrows, ed. What Books Press.
(Traducción del inglés y lectura de Ana Martínez Mongay)


CAJA DE BOTONES - Koldo Pla


El corazón de la abuela palpita
en su silla de enea.
Tiemblan los dedos en la cerradura
del cofre que cede al fin, tan de improviso
que siembra sus pequeños astros
por el rincón umbrío de la estancia.

Ernesto, mi hermanito… ¡qué arrogante en el tren
hacia un frente insaciable!;
nos tornaron un lunes tu uniforme,
nunca más tu sonrisa.
Y oprime en el botón la zozobra del pecho,
lo besa largamente, lo regresa a la caja.

Se arrodilla después en el sancta sanctorum
de esa vida desplegada a sus pies.
El de nácar, tan chico,
del traje de primera comunión,
este, de aquella falda, primer baile a escondidas,
ese, de la pelliza, qué elegante
paseabas con ella los domingos,
este de aquí -la lágrima resbala
por su rostro afligido- el que unos bárbaros
rasgaron de tu blusa verde,
mi niña, una maldita tarde.

Toma al fin el del traje negro
que la ataviara en los tres funerales:
su hermano, el 36,
el de Juan, han pasado ya diez años,
y el de su hermana, su segunda madre,
el último febrero.

Y los botones la contemplan
con sus cabezas blancas, oscuras, irisadas,
y sus ojitos libres del hilo y de la aguja;
añoran ese roce de unos dedos sensuales,
ligeros, deseosos, rechonchos, recatados…,
cada botón prendido a sus recuerdos:
una cara, una fecha y un paisaje.

Charles Fuhr




Charles Fuhr
        un monte
Comenunca
        más que un perro
Tapi Aike
        una estancia austral.

El aguaribay, los ocres del cielo,
mi pasado en blanco y negro.
El aguaribay, rojo y negro,
mi pasado tan tan lejos.

Silvana Ayelén
        y Atilio Ubriaco
Giovanni loco
        and Marcy crazy.
Ambrossio y Giulio
              las sombras.

El aguaribay, los ocres del cielo,
mi pasado en blanco y negro.
El aguaribay, rojo y negro,
mi pasado tan tan lejos.

Isla Grande de
        Tierra del Fuego,
tierra de gigantes,
                    duelen los pies.
Faro
        Cabo San Diego.

Maldito monte, casi te quiero
la ambición    nuestro infierno.
Maldito monte, donde casi te quiero
la ambición pudo con nuestro fuego.

La ambición pudo con nuestro fuego.
Per Gaztelu 
(canción Lam-La7re / Lam-Fa-Do-Sol)



AMOR BLINDADO                            
  
Por saberte real, sin sombras,
por sentirte dentro,
por quitarte las capas sin hacerme llorar,
por abrigar mi cuerpo y mi alma,
por cantarme los sesenta sin daño
y siendo partícipe de mis quejidos;
merecemos seguir soñando juntos,
merecemos sonreírnos para siempre,
merecemos viajar en la memoria,
grato amor de juventud,
amor blindado.
Alfredo Pereg    

El MURO

El muro
tan desposeído de 
agua cisnes música
alguna vibración
anclada en sus cimientos

tan sin prodigios.

-Ni una rúbrica 
dejó el amor
en su desnudez

tanto silencio.

El muro clama voces
una luz que apuntale claridad
o lucha o reconciliación

alguna protesta

    para decir

algo más que vacío. 


Isabel Hualde

¿MÁQUINA O DESEO?
La máquina perfecta fue inventada por el
ser humano hace miles de años, él no lo sabe.
Durante los primeros milenios solo acumulaba
información mientras el hombre poco a poco
iba perfeccionándose, dándole confiado cada vez
más poder.
Llegó un día en que el ser humano olvidó que él
la había creado, y confundido quizás por su propia
sombra, o por la eterna búsqueda de una identidad
propia, se soñó creado por ella.
La máquina que había aprendido todo de su
creador, asumió el poder total. Se extendió por
toda la Tierra hasta hacerse indispensable.
Antiguas y nobles civilizaciones la veneraban
de múltiples maneras. Sus nombres por cientos
o miles se contaban y en cada zona le atribuían
diferentes poderes.
Oriente y Occidente se matan por imponer su
último modelo, pero ella indiferente, va a su aire
y se actualiza sola. 
Se adapta de tal modo al modelo social reinante
en la zona, que sus habitantes, desde hace tiempos
piensan que su pasado presente y futuro dependen
de ella.
Hoy en día ella ya es magistral, pues dejó hace mucho
tiempo de ser máquina. Todos nacemos con el sistema
pre-instalado de serie. Indetectable para cualquier
técnica humana.
Se activa cuando lo considera necesario ella misma, en
cada uno su propio modelo inseparable y no
intercambiable. Toda la sociedad está supeditada sin
ni siquiera cuestionarlo a su poder.
Algunos antiguos estudiosos de la humanidad, a los que
nadie hace caso hoy día, dicen que al modelo original le
llamaban “Dios”.
RubenVi                                    

  

Reflexiones sobre una maleta antigua que espera nuevo destino


Uno. Es un acto de fe colocar en una maleta antigua las pertenencias consideradas necesarias para un viaje.

Dos. El sexo de quien haga la maleta determinará cantidad, tamaño y variedad de objetos. Para ellos, bastará con lo imprescindible. Lo imprescindible para ellas será mucho más necesario.

Tres. Usted mira la maleta antigua y la percibe como un útero: hueca, y oscura, y profunda, y flexible, y protectora.

Cuatro. La maleta antigua es un útero contenedor de destinos en los viejos planos 
que usted guardó en ella.

Cinco. Usted despliega los planos, sus ojos viajan en ellos, y los planos ya no son planos. Los planos son árboles y pájaros, museos y fuentes, ciudades y bucólicos paisajes.

Seis. Es excitante viajar sin importar el destino, la duración (ni siquiera la compañía). Y luego, atesorar todo en los planos.

Siete. Usted toma la maleta antigua entre sus manos y la percibe como una caja de seguridad a la deriva.

Ocho. A usted no le importa lo que sucederá mañana cuando las horas pasen desapercibidas, si todo inexorablemente cambia. Menos esa maleta antigua guardada bajo la cama.

Nueve. Tantas cosas sin sentido habrá portado la maleta antigua, como ese tren sin destino en esa estación desamparada, sin relojes ni horarios ni campanas que despiden, ni pañuelos tintineando. Y un andén repleto de recuerdos reiterado en idas y venidas, en manos que buscan su maleta.

Diez. Y tantas absurdas maletas antiguas buscando manos que las liberen del tedio, y las lleven a pasear con los trenes.

Once. Usted cree que es usted quien lleva la maleta antigua. Pero es la maleta antigua quien le lleva a usted a su destino.



SILVIA MARAMBIO-CATÁN
Memorias Inevitables
(Leído por Rebeca León)

ROMANCE A/CON LA SOMBRA

Me he asustado al verte,
susurra la noche torpe
que va adherida a su entraña
y no conoce su nombre.
Ella sonríe tranquila,
ya no teme su negrura.
Ha decidido mirarla,
adentrarse en su espesura.
La escruta con ojos tiernos
sin controlar tanto espacio.
Esa sombra es su sombra,
ve, en ella, su cansancio.
La siente necesitada
de caricias, de arrumacos.
Esa sombra es su sombra
y la mece entre sus brazos.

Esther Fernández










Puzzle de palabras del sombrero de Silvia:

paz
equilibrio
gorriones
teatro
maleta
sombre
espectral
mecer
botones

En la maleta del teatro
sombra espectral.
Mecer los botones de la paz
-equilibrio de gorriones-.


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